El arte es una de las herramienta terapéutica que utilizan en el hospital de Salud Mental del Hospital Regional de Málaga para pacientes con trastorno mental grave. “El arte nos facilita ver las cosas, y el museo es un medio útil para que las personas podamos expresar ideas, sensaciones y emociones en un espacio libre y fuera del entorno hospitalario”, explica el enfermero Francisco Durán. Las pinturas sobre las que se dialoga cuelgan de las paredes del Museo Carmen Thyssen de Málaga y los protagonistas son un grupo de 10 enfermos con diagnóstico médico, en situación estable y de distintas edades, desde 25 a más de 60 años.

La actividad forma parte de un proyecto entre el equipo de Enfermería de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Hospital Regional y la pinacoteca malagueña, denominado Correspondencias. Comenzó en octubre y finalizará a mediados de enero. En este tiempo, a lo largo de 12 sesiones, se trabajan aspectos como el yo, el grupo, el cuerpo o el entorno, todo ello con el objetivo de estimular la integración de los participantes, la confianza en las relaciones humanas y la socialización. Cuentan con la colaboración de mediadoras artísticas del museo que tratan de que sea un espacio inclusivo y normalizado para personas que nunca se habían planteado ir. «No trabajamos la enfermedad, hacemos talleres creativos para que ellos salgan de su día a día, de su estigma”, explica una de las responsables, Correspondencias trata de desplegar un proyecto de educación artística que se dirige a pacientes con trastornos mentales.

Con Baile de gitanos en los jardines del alcázar, delante del pabellón de Carlos V, de Alfred Dehodencq, y Paisaje al atardecer con dantzaris, de Valentín de Zubiaurre, se ahonda en el concepto de grupo. El yo se trabaja a partir del retrato y una de las pinturas utilizadas es La lectura (Aline Masson), de Raimundo de Madrazo. La lección perseguida en este caso es cómo, a través de los objetos que aparecen junto a la figura principal, se obtiene información adicional sobre ella. Los pacientes, en el taller malagueño, protagonizan su propio retrato fotográfico y hacen teatro de sombras. Como tarea final, a cada participante se le propone confeccionar una obra con las técnicas y conocimientos adquiridos a lo largo de estos tres meses de programa. Cada enfermo va construyendo su propio libro de artista, que se completa semana a semana.

El proyecto tiene el objetivo único de dar una vida normalizada al ciudadano que padece este tipo de trastorno ya que, según los médicos, los problemas de salud mental convierten a las personas en humanamente vulnerables.