Una de las preguntas más frecuentes que nos hacen nuestros pacientes es  la de :”doctor, y el tratamiento, ¿hasta cuándo?”. Es una pregunta crucial porque  la respuesta, muy a menudo, no es la que ellos esperan. Los trastornos mentales en general,  y los afectivos en particular, son enfermedades con una gran base biológica, por lo tanto los tratamientos nos ayudan a controlarlas , a frenarlas, a permitir les que hagan una vida con absoluta normalidad.  Pero están ahí, siguen ahí.  Son enfermedades con un alto nivel de recurrencia.  Después de un segundo, tercer episodio depresivo, la probabilidad de volver a repetir otro es de un 90%. Los estudios de seguimiento a largo plazo nos dicen que si hacemos un tratamiento de mantenimiento lo suficiente, las recurrencias son menores.  Con el trastorno bipolar , mucho más.  Es  un trastorno recurrente por excelencia y que hay que tratar enérgicamente desde los primeros episodios.  Por otra  parte los estudios de  neuroimagen  y neuropsicológicos nos permiten  saber hoy dia que son enfermedades  que tienen un cierto grado de secuela. Cuantos más episodios hagamos , más daño cerebral tenemos.  Por lo tanto, intentar frenar la enfermedad , que  no se repitan esos episodios es crucial  para  una buena evolución a largo plazo.  Así que, la cuestión  es hacer los tratamientos adecuados, intentar negociar con el paciente, consensuar  cuáles van a ser  los mejores en su caso, intentar  manejar  y evitar los posibles efectos secundarios que , a menudo,  pueden ser molestos, pero casi nunca  peligrosos  o complicados si se pueden manejar bien,  para que este tratamiento se  mantenga el mayor tiempo posible, muchas  veces a lo largo de toda  la vida.